ColumnistasLic. Juan Antonio Nemi Dib

¿MAL EDUCADOS?

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Cosas Pequeñas
Juan Antonio Nemi Dib

Si hubiera que escoger un buen ejemplo de lo que significa, en términos de comunicación política, un “dardo envenenado”, este es el mejor: “Ante el fracaso del sistema educativo nacional en la evaluación de la OCDE, el Secretario de Educación hizo lo mínimo que se esperaba de él: asumir su responsabilidad. Reconoció que las consecuencias serán ‘devastadoras’ si no se toman las medidas necesarias para corregir el rumbo. Y es que, como bien dijo, una calificación media en el área de ciencias significa ‘mediocridad’, especialmente en un mundo competitivo basado en la economía del conocimiento. En pocas palabras advirtió que la educación se ha estancado, por lo que demandó una mirada humilde y realista a la situación del país. Bastante duro lo que dijo el norteamericano Arne Duncan sobre el nivel educativo de EU. ¿O en quién estaban pensando? ¿En Alonso Lujambio? ¡Para nada! Según el titular de la SEP, nuestro país va… ¡en la dirección correcta!”

La “broma” fue publicada por la columna ‘Templo Mayor’ del diario Reforma, el pasado 8 de diciembre, un día después de que se presentaran en México los resultados de la prueba PISA 2009. Se trata de un programa de carácter internacional promovido por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico -se supone que los 34 países más ricos del mundo, entre ellos México, y otros 31  asociados- que busca evaluar hasta qué punto los estudiantes que van a concluir la educación obligatoria tienen conocimientos suficientes y de calidad para integrarse plenamente en la sociedad del conocimiento. La prueba identifica a los países más exitosos así como los buenos rendimientos y el reparto equitativo de oportunidades de aprendizaje, con el fin de proponer modelos más ambiciosos para otros países.

Las pruebas de PISA se aplican cada 3 años. Miden el rendimiento de alumnos de 15 años en áreas críticas y estudian una gama amplia de resultados educativos, por ejemplo: la motivación de los alumnos por aprender, la concepción que éstos tienen sobre sí mismos y sus estrategias de aprendizaje. Cada una de las anteriores evaluaciones PISA se centró en un área temática concreta: lectura (en 2000), matemáticas (en 2003) y ciencias (en 2006). El programa está llevando a cabo una segunda fase de evaluaciones en el 2009 (lectura), 2012 (matemáticas) y 2015 (ciencias).

Los estudiantes son seleccionados a partir de una muestra aleatoria de escuelas públicas y privadas. Se eligen en función de su edad (entre 15 años y tres meses y 16 años y dos meses al principio de la evaluación) y no del grado escolar en el que se encuentran.  Más de un millón de alumnos han sido evaluados hasta ahora. Además de las pruebas en papel y lápiz que miden la competencia en lectura, matemáticas y ciencias, los estudiantes han llenado cuestionarios sobre ellos mismos, mientras que sus directores lo han hecho sobre sus escuelas.

De acuerdo con el boletín oficial de la Secretaría de Educación Pública “Al encabezar la ceremonia de presentación de los Resultados de la Prueba PISA 2009, el Secretario de Educación Pública, Maestro Alonso Lujambio, afirmó que éstos resultados nos señalan que vamos por el camino correcto, ya que nos indican un progreso en la calidad de la educación que se imparte en las aulas mexicanas y, además, nos recuerdan, dijo, que el reto es aún muy importante y nos invitan a multiplicar esfuerzos.”

La posición triunfalista del Gobierno Federal se podría explicar con base en estos resultados: en el año 2000 los 4,600 jóvenes mexicanos medidos alcanzaron una calificación total de 422 en lectura, misma que bajó a 400 puntos en 2003 (se midió a 29,983 muchachos), subió a 410 en 2006 (con 30,971 muestras) y a 425 en la prueba más reciente (con 38,250 exámenes). En matemáticas subió de 385 en 2003, a 406 en 2006 y a 419 en la evaluación de 2009. Y en ciencias, el promedio mexicano pasó de 410 puntos en 2006 a 416 en 2009.

Sin embargo, la crítica de Reforma no es infundada ni gratuita: en realidad, los resultados de la prueba global de lectura colocan a México en el lugar 48 de 65, por debajo incluso que Chile y Uruguay. En matemáticas la calificación nos baja al nivel 51 de 65.

Mejorar un poquito a nivel interno no significará jamás que estemos aplicando el modelo educativo adecuado para las exigencias de la realidad mundial, de hecho, en el plano internacional hemos empeorado y no una minucia. La mejor evidencia está en la autocrítica del Secretario de Educación de los Estados Unidos: ellos, que alcanzaron el nivel 17 en lectura y el 31 en matemáticas, se acusan de mediocres y hablan de “consecuencias devastadoras”.

El modelo educativo de México no es poca cosa ni debiera tomarse a la ligera: se trata de la opción que escogemos para el futuro de nuestra nación. Plagada de falsos debates -educación pública versus privada, educación popular versus educación de calidad, vocación magisterial versus derechos laborales de los trabajadores, educación de masas versus educación de cuadros, educación humanística versus educación tecnológica, desarrollo de habilidades versus adquisición de conocimientos- la discusión está sumamente condicionada por la política, el sindicalismo, los malos salarios de los maestros y los intereses en juego. Parece que ya es tiempo de asumir los retos de fondo en materia educativa.

antonionemi@gmail.com

redaccion

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2 Comments

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