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Samuel Ruiz y las heridas de la memoria

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San Cristóbal de Las Casas, Chiapas. (REDACCION).-  La muerte de Samuel Ruiz fue una tragedia como la de cualquier ser humano. Pero además fue la de un hombre que era un símbolo para las comunidades indígenas, como en el siglo XVI lo fue Fray Bartolomé de las Casas. El símil es porque ambos lucharon contra las adversidades de sociedades intolerantes que han mantenido a la población indígena marginada y con miedo.

Fray Bartolomé de las Casas decía en 1542: “La esencia de la verdadera república es la justicia”; 452 años después, específicamente en enero de 1994, Samuel Ruiz advertía sobre el deterioro por siglos de la región de los Altos de Chiapas y planteaba la exigencia de atender los reclamos justos de estos pueblos. Indicaba: “La verdad es que cansados de promesas gubernamentales, para los indígenas ya no había otra salida que las armas. Fueron empujados más allá de su paciencia, aunque nosotros consideramos que sí existían otras alternativas”. El “nosotros” se refería al grupo que dirigía la Diócesis de San Cristóbal de Las Casas y el Centro de Derechos Humanos Fray Bartolomé de las Casas. Tenía razón. Habían otras vías a la armada. La revolución se extingue en todos lados y fue demencial pretender hacer una guerra.

Samuel Ruiz fue Obispo de San Cristóbal de Las Casas por 40 años y ahí hizo una lucha por los derechos humanos desde los años 60 y de manera más visible desde 1974, cuando se realiza el Congreso Nacional Indígena.

Meses antes de que estallara la rebelión del EZLN, Samuel Ruiz le entregó al Papa Juan Pablo II una Carta Pastoral titulada “En esta hora de gracia”, en donde definía las condiciones de atraso de las comunidades indígenas, pero también las del país. Era una caracterización contestataria de la realidad, ofrecía argumentos para meditar y para la acción política. Conceptualmente la Teología de la Liberación. Hasta ahí quedó su participación, congruente con los compromisos con la jerarquía católica. Fueron los comandantes del EZLN los que optaron por la negación a todo. La posición de éstos era un resumidero de delirios ideológicos y militares, influencia y exguerrilleros de la guerra centroamericana, sueños de la izquierda analfabeta como por ejemplo: “Acabar con el gobierno de la burguesía” o “poner fin al capitalismo” o “implantar el socialismo en México”.

En Chiapas, la Revolución Mexicana no transcurrió. No hubo reforma agraria. A la grasosa demagogia se le encargó el cuidado de la justicia social, mientras se devastaba la ecología y el racismo se convertía e normalidad.

En los años 90, Chiapas tenía un médico por cada 1,500 habitantes, 30% de analfabetismo, 34% de las comunidades sin energía eléctrica, los peores salarios, hasta 80% de viviendas con piso de tierra, el alcoholismo como la primera causa de homicidios, signo de frustración, desintegración familiar, enfrentaciones y muerte.

La rebelión en Chiapas no fue contra el Estado mexicano, sino contra el estado en que viven. Fue la rebelión de los olvidados. Pero eso no significa idealizar a los comandantes del EZLN. El lenguaje de éstos fue el de las utopías confusas, que permitió la manipulación de inocentes. El pueblo se convirtió en carne de cañón. El resultado: crueldad y protagonismo internacional.

El levantamiento del EZLN tiene su virus en un grupo de jóvenes activistas políticos que llevaron, tiempo atrás, a la selva chiapaneca una política popular, línea de masas, la semilla ideológica, creando bases pequeñas que después se transformaron en grandes, mismas que se fueron integrando. Tuvieron como antecedente diversos ensayos en poblaciones de la Comarca Lagunera de Coahuila y Durango, en donde se hizo trabajo político, asociado a la creación de organizaciones económicas campesinas. Llegaron a Chiapas por invitación del Obispo Samuel Ruiz. Esto ocurrió a fines de 1976.

Con este antecedente, surgieron en diversas localidades organizaciones políticas. En la Selva de Ocosingo, la Unión de Ejidos Ach Quintic; en la zona de Comitán que incluye la Selva Lacandona, la Unión de Ejidos Tierra y Libertad y la Sociedad Campesina y Magisterial; en el norte, el Movimiento Línea Proletaria; en el Soconusco, el Bloque Campesino del Estado de Chiapas; en la Fraylesca, la Alianza Campesina 1 de Abril; a nivel estatal, la CIOAC, la OCEZ y la Unión de Uniones Ejidales. En 1994 casi todas estas organizaciones eran cooptadas por el gobierno estatal.

Para los que conocimos y tratamos a don Samuel, creo que fue sabio sin ser pomposo, agudo sin ser trivial, amable sin ser cortesano, sencillo sin ser superficial, perspicaz sin ser cínico, preciso sin ser frío.

Chiapas continúa siendo un estado muy atrasado, a pesar de los enormes recursos que sus gobiernos han recibido del gobierno federal. Junto con Guerrero son los dos peores del país en crecimiento económico. Está excesivamente endeudado y el escenario social es de un dilatado cansancio de precariedad. Samuel Ruiz llamó la atención sobre esta problemática porque estaba convencido de que con religión, sacrificios y trabajo se puede lograr una cohesión social, que es base para una sociedad más justa.

redaccion

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