ColumnistasLic. Juan Antonio Nemi Dib

El CEM

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Cosas Pequeñas
Juan Antonio Nemi Dib

Me tocó conocer al Centro de Especialidades Médicas Rafael Lucio desde que era apenas un proyecto. Fue quizá la obra más emblemática del Gobierno de Fernando Gutiérrez Barrios. Para algunos parecía una instalación monstruosa, sobrada e incluso innecesaria para una Xalapa que quizá tendría entonces la mitad de la población actual.

Me acuerdo de esto cada vez que voy al hospital: observo que no cabe un alma en las salas de espera, en los pasillos, en los ascensores, en las áreas de consulta y de análisis; para ciertas pruebas tienen que diferir las citas durante días y las áreas comunes son auténtica romería. No hay duda de que hoy es insuficiente y que, en no pocos casos, lo rebasa la demanda. Nomás darse una vuelta por el área de urgencias y uno entiende el sentido de la expresión “hacer milagros”, sobre todo cuando hay decenas de pacientes, mucho más que los previstos por el proyecto original, ocupando camas, camillas y cualquier lugar en el que puedan recibir atención de urgencia. Sus cifras de consulta externa son impresionantes, se cuentan por miles.

Cuando íbamos a empezar la transmisión del programa de televisión, “El Molcajete”, hicimos un programa piloto dentro del ‘nosocomio’, pero desde dentro, es decir, en sus entrañas: visitamos las cocinas -que preparan miles de raciones alimenticias cada día-, la lavandería -que cuenta su productividad en cientos de toneladas de ropa limpia para quirófanos, para los pacientes, para las camas-, la planta eléctrica -capaz de abastecer por sí sola a media Ciudad-, las bodegas, el banco de sangre, la farmacia, los talleres de mantenimiento, los enormes tanques donde guardan oxígeno y otros gases indispensables, por no hablar del mortuorio (que venturosamente estaba vacío). Y es que hace unos 20 años, cuando el doctor Burgueño operó de ambos pies a mi tía Lupe, bajábamos mi esposa y yo por uno de los ascensores cuando una enfermera lo detuvo y entro junto con una camilla que ella sola empujaba, cubierta con una sábana. Lucía se aferró a mí y me dijo en voz baja: “es un muerto, es un muerto”; para tranquilizarla, le dije a la enfermera: “¿verdad señorita que es ropa sucia?” y ella respondió ufana y a voz en cuello: “No señor, es un cadáver”.

Hoy, la central de urgencias médicas -el famoso CRUM, que recibe las llamadas de auxilio, organiza y distribuye los recursos para la atención de emergencias, coordina los servicios de ambulancia y traslado y prescribe a los paramédicos protocolos de atención primaria a los pacientes- funciona en un anexo del hospital de especialidades de Xalapa, pero presta servicio a pacientes de todas partes, pues se atienden consultas telefónicas incluso de los sitios más alejados.

Respecto del Centro de Especialidades Médicas, a lo largo de estas dos décadas y pico he visto quejas, algunas historias poco gratas, pero también sé y me consta -como dicen los abogados- de muchas experiencias maravillosas, de vidas que se salvaron, de trabajos médicos verdaderamente excepcionales, de gente a la que le recuperaron una extremidad lista para amputarse o de alguien que volvieron a la normalidad cuando prácticamente tenía perdida la vista, de neonatos en estado crítico que hoy son adultos felices, de decenas de médicos que cursaron -o cursan actualmente- sus estudios de especialidad en el “CEM”, como se le conoce. También son de alabarse los esfuerzos de su personal para trabajar con recursos limitados, con escasez constante y lógica y justa presión por parte de los pacientes y sus familiares.

Hay diversas propuestas por parte de los expertos en el tema de administración hospitalaria. Una se refiere a poner en marcha una instalación específica de medicina para la mujer y, por ende, “despresurizar” al Centro de Especialidades Médicas, al quitar de allí los servicios de gineco obstetricia que actualmente consumen buena parte de sus recursos, incluyendo el espacio. De hecho el nuevo “hospital de la mujer veracruzana” es un compromiso del Gobierno Estatal que deberá concretarse en el mediano plazo. Otra medida igualmente interesante sería el establecimiento de una torre -como les llaman ahora- de traumatología y ortopedia, con capacidad para darle curso adecuado a las decenas de urgencias médico-quirúrgicas provocadas cada día por traumatismos.

Con todo y las limitaciones que presenta en su operación, uno se siente seguro a sabiendas de que los doctores más preparados están en el CEM, los que hacen transplantes, los que hacen intervencionismo cardiaco y procedimientos de hemodinamia para salvar a personas con problemas cardiacos graves, los que utilizan la mejor tecnología para corregir las lesiones de retina; y también se debe destacar la generosidad de su personal (más de 30 personas de muy variadas formaciones y especialidades) para atender a cientos de niños y jóvenes con labio leporino y paladar hendido a los que el hospital trata de manera absolutamente gratuita.

Con todo y sus fallas, que las tiene, me pregunto cómo estaría Xalapa sin el CEM. Mejor no indagarlo.

antonionemi@gmail.com

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