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El Túnel Sumergido de Coatzacoalcos: la idiotez tiene bandera internacional

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CLAROSCUROS
José Luis Ortega Vidal

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En términos de producción industrial, estrategia portuaria, demografía, comercio nacional e internacional, generación de empleos, turismo, atracción de inversiones y futuro económico, Coatzacoalcos es el segundo municipio más importante en el estado de Veracruz.
Sólo la conurbación Veracruz-Boca del Río -ubicada entre las primeras cinco ciudades más importantes del país- lo supera.
Si atendemos al presupuesto oficial que se asigna a cada municipio, la ciudad y puerto de Coatzacoalcos de nueva cuenta sólo es superada por Veracruz y compite con Xalapa, la capital de nuestra entidad.

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Casi conurbado con Minatitlán a través de la zona poniente, donde se ubica el aeropuerto de Canticas y se encuentran una serie de ejidos, congregaciones y colonias populares que poco a poco se están uniendo.
Ligado a través de intereses comunes –asentamientos urbanos, vías de comunicación, territorios fronterizos- con el municipio de Cosoleacaque.
Sede de tres Complejos Petroquímicos activos –Pajaritos, Cangrejera. Morelos- y uno en construcción: Etileno XXI, con la inversión de 3 mil 500 millones de dólares.
Cercano a la Refinería “Lázaro Cárdenas” con sede en Minatitlán y al Complejo Petroquímico Cosoleacaque –PECOSA-.
Considerado el municipio que enlaza las economías en más de dos decenas de municipios del Sur de Veracruz desde los llanos de Acayucan -de profunda vocación ganadera, agrícola y comercial- hasta Las Choapas y Agua Dulce -sedes de más instalaciones petroleras- y la sierra de Soteapan, habitación de comunidades nahuas y popolucas.
Punto clave en este conglomerado tan complejo como vital, tan contradictorio como histórico, tan lleno de rezagos como abrigo de esperanzas, Coatzacoalcos nos invita a ciertas dudas:

– ¿Cómo pudo colocarse la primera piedra de un Túnel Sumergido originalmente presupuestado en 1 mil 200 millones de pesos, hoy aprobado con la inversión de 3 mil 900 millones y a 9 años de aquel evento mantener tal obra en manos del Dios Tláloc?
– ¿Cómo puede proyectarse un distribuidor vial en el acceso principal a la ciudad, con la intención de mejorar la comunicación con el segundo puerto más importante en el Golfo de México y tener ese trabajo detenido, abandonado, convertido en un elefante blanco sin patas y sin orejas, apenas identificado por su color, por su triste cola y su patética trompa?
– ¿Cómo es posible que Braskem-Idesa, empresas brasileña una y mexicana la otra, estén construyendo Etileno XXI en el vecino municipio de Nanchital, muy cerca de los complejos de Coatzacoalcos y rodeado de caminos destrozados, vergonzosos, llenos de hoyos y rodeados de monte que conducen a las cabeceras municipales de Moloacán e Ixhuatlán del Sureste y a la carretera –también llena de huecos- que comunica desde el puente Coatza 1 a Villahermosa, en Tabasco?
– ¿Por qué, cuando un visitante accede a los complejos de Pajaritos, Cangrejera y Morelos o simplemente acude al Parque Jaguarundi impulsado por PEMEX y la UNAM -para devolverle a la naturaleza en fotografías y algunas jaulas la riqueza faunística y florística que el progreso le arrebató- hay que atravesar cientos, miles de metros de calles hechas a base de cemento, pero maltratadas por los años, rotas, llenas de monte, en un escenario que impresiona por el contraste: tan rico y tan cochino?
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Hoy, se habrían de colocar las dovelas del Túnel Sumergido, obra única en Latinoamérica.
Hay dinero federal, estatal, público y privado surgido del banco Santander, de Banobras, del Fideicomiso del Impuesto del 2 % a la nómina en Veracruz y de los cobros en el puente Coatzacoalcos 1, así como de la empresa Global Vía Española, involucrados en este tema.
Hay tecnología holandesa, única en el mundo; se aplica el patrimonio de la patente: Volker Stevin y Boskalis, en este dominio sobre la naturaleza que reta a uno de los ríos más caudalosos del país: el Coatzacoalcos, nacido en la sierra de Oaxaca, muy cerca de su frontera con Chiapas y se abraza con el mar en el Sur de Veracruz.
Más aún: estamos ante una suerte de violación histórica: por el delta del río Coatzacoalcos –dice la leyenda, cuenta el mito prehispánico- partió Quetzácoatl convertido en una serpiente emplumada.
Y el hombre moderno busca atravesar esas corrientes míticas, históricas y peligrosas, para desfogar el paso cotidiano de tráileres y pipas con químicos, aceites y toda clase de menjurjes propios del progreso.

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Todo esto es difícil de dimensionar y describir en torno a sus verdaderos alcances, más allá de la obvia búsqueda de eso que llamamos desarrollo.
Sólo que estas líneas no van por ese rumbo.
El 19 de agosto del 2003, Miguel Alemán Velasco -a la sazón gobernador de Veracruz- colocó la primera piedra del Túnel.
En el año 2008 Fidel Herrera Beltrán -a la sazón nuevo gobernador de Veracruz- relanzó el proyecto ante la presencia de Agustín Carstens, en aquel entonces Secretario de Hacienda en el gobierno de Felipe Calderón Hinojosa y un gobernador del Banco de México.
9 años después, la inundación de las dovelas de la magna obra se ha suspendido, luego de que se movió cielo, mar y tierra para que PEMEX accediera a cerrar el puerto durante casi una semana para permitir la maniobra.
Y ante la noticia de esta suspensión, cuando sabemos que la inmovilidad de una máquina monstruosa -traída desde Europa especialmente para este proyecto- representa gastos millonarios por el solo hecho de estar anclada en nuestro puerto, nos hemos enterado que quizá –sí: quizá, tal vez, probablemente, en una esas, sin hay chance, si Dios quiere- el avance del proyecto se podrá dar en septiembre venidero o en una de esas hasta marzo o abril o mayo del año 2013.
¿Por qué?
¿Por qué ocurre esto en Coatzacoalcos?
¿Por qué tanta ineficiencia?
¿Por qué tanta corrupción?
¿Por qué tantos millones de pesos tirados al lecho de Quetzácoatl?

(5)
La explicación en torno a la suspensión de la inundación de las dovelas, dada por sus responsables, no podría ser más cruel: las lluvias recientes han azolvado el sitio –dragado en algún momento de los últimos 9 años de esta historia- en el fondo del río Coatzacoalcos.
Ah.
Oh.
Uh.
Uchhh.
¿Acaso no pudieron preguntar a algún pescador local o a cualquier de los pelícanos que abundan en el entorno, cómo operan los tiempos de lluvia por estos lares?

(6)
En fin.
En torno a este asunto nos queda claro que la idiotez luce bandera internacional y que la corrupción y la ineficacia no es patrimonio exclusivo de los mexicanos.

redaccion

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