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Horror en la procuración de justicia

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Prospectiva

 Por JAIME RÍOS OTERO

 Es escalofriante y estremecedor lo que ocurre en México con la procuración e impartición de justicia. Cualquier ciudadano, usted, sus amigos o familiares, yo, cualquier persona, está en una especie de riesgo permanente de ser encarcelado aunque no tenga culpa alguna, pasar varios años privado de la libertad, finalmente ser exonerado (si tiene suerte) y tener que irse a su casa después de que le robaron momentos preciosos e irrecuperables de su vida y le conturbaron el espíritu. Ayer jueves fueron dados a conocer dos casos que revelan la enorme vulnerabilidad en que estamos todos, chicos y grandes, gente ordinaria o ciudadanos VIP, de ser objeto de inquisición y proceso judicial, que le alteren la vida y, si llegare a ser absuelto, que nadie le pague los sufrimientos y el daño moral causado.

 El primer asunto es el relativo al señor Víctor Gerardo Garay Cadena, quien se desempeñó nada más y nada menos que como jefe de la Policía Federal. Él fue acusado por la Procuraduría General de la República por los delitos de robo, delincuencia organizada y abuso de autoridad, en su desempeño en el alto mando que tuvo. Lo mantuvieron encerrado en un penal de alta seguridad pues fue sentenciado a 4 años y 3 de días de prisión y cuando estaba a punto de cumplirse su sentencia, fue liberado porque el tribunal de apelación consideró que era inocente de todo lo que se le imputaba.

 El asunto que derivó en que el señor Garay Cadena pasara de combatir la delincuencia a ser considerado delincuente en su momento fue muy sonado. En 2008 él encabezó un operativo en una mansión en el Desierto de los Leones, de donde se efectuaba una narcofiesta. Fue un escándalo muy difundido porque en esa casa fueron encontradas excentricidades de los usuarios como 2 panteras negras, 2 leones, 1 tigre blanco y 1 albino. Se dijo que, nomás llegar, Garay detuvo a los invitados, pero seleccionó a las prostitutas para que continuaran la fiesta pero ahora para él y sus subalternos. Además, supuestamente dejó escapar a un alto mando del crimen organizado y se quedó con miles de dólares y joyas. El otro caso de liberación por injusta detención fue en la persona de los indígenas José Ramón Aniceto Gómez y Pascual Agustín Cruz, quienes permanecieron casi 3 años en prisión y fueron excarcelados tras un fallo de la Suprema Corte de Justicia, que encontró inconsistencias en el proceso.

 En este tema intervino Amnistía Internacional, la cual sacó en conclusión que la acusación contra los indígenas fue fabricada (se les señaló por robo de un vehículo) en represalia por su trabajo como activistas para garantizar el acceso al agua para la comunidad náhuatl de Atla, en Puebla.  «Estos tres años de injusticia son el reflejo de un débil sistema judicial, que lejos de garantizar seguridad y justicia se presta a perseguir a personas únicamente por el hecho de luchar por sus derechos», afirmó Alberto Herrera, director ejecutivo de Amnistía Internacional México, en nota publicada por El Universal.

Pero lo realmente preocupante para Amnistía son las fallas que caracterizaron este caso, pues lejos de ser desafortunadas excepciones son problemas estructurales característicos del sistema de justicia en México, lamenta el organismo internacional, en una postura que debería involucrarnos a todos los ciudadanos mexicanos. Así que finalizamos este comentario como empezamos ¿quién les devuelve el tiempo perdido a los inocentes que, como en estos dos casos, son metidos en prisión injustamente? ¿Quién les resarce los sufrimientos y hasta los peligros que tienen que pasar en la convivencia con peligrosos criminales y psicópatas dentro de la cárcel? ¿Cuál es el castigo para quienes “se equivocan” y producen estos daños irreparables?

 Temas misceláneos

 *** Independientemente del matiz político relacionado con los permisos a los ambulantes, de lo cual se queja el comercio organizado, es un acierto del ayuntamiento de Xalapa rescatar los lavaderos La Sombra Negra, que se ubican en la confluencia de Atletas, Venustiano Carranza y Camino Antiguo a Coatepec. Según son un vestigio histórico, pero tienen años que eran un basurero y nido de ratas. Me parece que el último alcalde que les había metido mano fue Manuel Fernández Ávila.

Hasta el lunes. columnaprospectiva@gmai.com

 

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