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Con César Leal Angulo muere el último panista veracruzano…y el único

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CLAROSCUROS

 José Luis Ortega Vidal

Entre las década de los 80s y 90s César Leal Angulo fue enviado a Veracruz en una suerte de expedición punitiva contra el PRI.

Antes del arribo del sinaloense en suelo jarocho existían panistas dispersos, casi solitarios; algunos en el puerto de Veracruz y otros en la región de Córdoba.

Apegados a su tradición histórica, los panistas veracruzanos era miembros de una clase política y económica muy específica: empresarial, dueña de un importante capital y conservadora.

A los panistas no les había interesado -hasta ese momento- la lucha político/electoral; la movilización de masas; la construcción de una estructura partidista que compitiese con fuerza en la trinchera por la democracia.

Todos esos afanes -impulsados sin romper con el perfil clasista y conservador de su naturaleza- llegaron con Leal Angulo: uno de los últimos ideólogos del panismo mexicano y el único aventurero azul que se propuso la conquista de Veracruz.

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Si Carlos Castillo Peraza tuvo en Felipe Calderón Hinojosa a su hijo putativo, César Leal Angulo no se quedó atrás y montó en Alejandro Vázquez Cuevas “El Pipo” al alter ego en quien confiaría su empresa.

A partir de la década de los 80s y bien entrados los 90s el PAN tuvo en Veracruz un desarrollo sin precedente.

La construcción de pies de playa electorales; la edificación de fortines idealistas; la creación de comités municipales con políticos que surgían de la sociedad civil o del sector privado o del ámbito de los servicios; el trabajo del honesto ingeniero -nacido en Baridaguato, Sinaloa- cuajó.

El panismo veracruzano vivió su gloria con el control de los corredores político/económico/electorales de Veracruz-Boca del Río y Córdoba-Orizaba.

Poco a poco llegaron diputaciones federales y locales, senadurías, triunfos municipales en lugares inhóspitos.

La gubernatura llegó a estar prácticamente en las manos del PAN y don César Leal Angulo demostró una y otra vez que no sólo era un académico notable y un ideólogo coherente, sino un excelente operador político de muy alto nivel.

La fundación del panismo veracruzano fue su obra y la cuidó hasta donde pudo.

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Luego se marchó.

Su hijo putativo: “El Pipo”, resultó un pequeño “Franskenstein”.

Los ciudadanos honorables e idealistas que crearon el panismo veracruzano -muchas veces con su propio dinero- se transformaron en hombres codiciosos a partir de las posiciones exitosas.

A los panistas de Veracruz les ocurrió lo que a los conquistadores españoles del siglo XVI: la sola mención de la palabra ORO los enloqueció.

La fiebre del poder los enfermó para siempre.

Poco a poco lo fueron perdiendo todo: las alcaldías, las diputaciones, la gubernatura en la que no pudieron sentarse y al partido que César Leal Angulo les enseñó a construir.

Pero vendría lo peor: los panistas veracruzanos perdieron la honorabilidad.

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En Veracruz el PAN, hoy, es un partido de ex priistas.

Aquí, muchos fundadores del PAN ya militan en el PRI.

Y el partido azul es controlado por ex militantes del partido tricolor.

En el próximo Congreso Local, es muy probable que Miguel Angel Yunes Linares –ex líder estatal del PRI- coordine la bancada del PAN.

Y que Gerardo Buganza Salmerón -el panista que acarició la gubernatura- sea un integrante más del grupo de legisladores priistas.

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A los 82 años de edad, el sinaloense que fundó el panismo veracruzano ha muerto y se llevó consigo la playa azul que conquistó pero no pudo conservar.

La suya es una historia semejante a la de su colega: el filósofo yucateco Carlos Castillo Peraza.

Don Carlos –a pesar de su renuncia al PAN en 1998- también logró su objetivo: la Presidencia de la República en manos del PAN.

Y sin embargo, mientras a César Leal Angulo los hijos políticos se le transformaron en pinochos, a Castillo Peraza la Presidencia se le convirtió en ese monstruo contra el que luchó toda su vida.

redaccion

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