ColumnistasLic. Héctor Yunes Landa

El fenómeno de los niños migrantes no acompañados

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ARTÍCULISTA INVITADO.

LIC. HÉCTOR YUNES LANDA

El flujo de migrantes de Centroamérica por nuestro país en su paso hacia Estados Unidos de Norteamérica se ha dado desde hace décadas, sin embargo, el escenario actual es totalmente diferente, preocupante y requiere de atención especializada por tratarse de niños sin acompañantes adultos; lo cual nos compromete como país en proteger sus derechos humanos, en cumplimiento de nuestras obligaciones internacionales, pero sobre todo, por ser un asunto humanitario hacer efectivo el reencuentro con sus familiares y retornarlos a su país de origen.

Se calcula que desde octubre del año pasado son más de 52 mil menores los que han cruzado la frontera estadounidense. Hoy, los niños migrantes representan el 35 por ciento de las personas que son rescatadas o aseguradas por el Instituto Nacional de Migración y repatriadas desde México a naciones centroamericanas.

El gobierno mexicano tiene la disposición de hacer más confortable la estancia de estos menores migrantes, brindándoles seguridad física, alimentaria y agilizando los procesos de repatriación para lograr lo antes posible la reunión de los menores con sus familiares.

La estrecha cooperación entre los países involucrados como Honduras, Guatemala, Salvador, Nicaragua, México y Estados Unidos son una condición indispensable para encontrar los instrumentos que reduzcan la exposición de los menores a los riesgos de este tipo de viajes.

La comunidad internacional tiene puesto los ojos en nuestro país por varias razones, como las reformas estructurales alcanzadas que prometen grandes beneficios, pero también, por la situación de los menores migrantes. México debe demostrar la capacidad que tiene para resolver situaciones como estas en las que se encuentran en juego los derechos humanos que en gran medida son el fundamento de nuestra democracia.

El ser humano por el sólo hecho de existir tiene derechos fundamentales y cualquier país debe respetar, promover y proteger esos derechos con independencia de su calidad migratoria. México siempre ha sido una nación cálida con los extranjeros que ingresan al territorio nacional, pero los niños como este caso, son lo más preciado por representar, además, el futuro de nuestras naciones.

Un país con una democracia consolidada, tiene la virtud de proteger los derechos fundamentales de cualquier ser humano que se encuentre en su territorio.

Desde este espacio hago un reconocimiento a las autoridades migratorias mexicanas y a la CNDH que realizan grandes esfuerzos por brindar una adecuada estancia a los niños migrantes centroamericanos.

En México, los niños vengan de donde vengan, merecen nuestro respeto y nuestra ayuda.

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