Cultura

Revelan como era la vida cotidiana en Teotihuacan

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MORELIA, MICHOACAN. (Redacción).- El Laboratorio de Paleoetnobotánica y Paleoambiente se especializa en la identificación de restos de plantas conservados en excavaciones arqueológicas, así como en el análisis de sedimentos, suelos y otros depósitos geológicos en los que puede haber evidencia botánica en buen estado de preservación, expuso Emily McClung, del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.

“Desde su fundación, se planteó la recuperación e identificación de semillas y otras partes vegetales conservadas en excavaciones, en áreas tanto domésticas como de almacenamiento o preparación de alimentos, por ejemplo, en fogones y vasijas”, explicó. De esta manera, es posible analizar los restos referidos para establecer cómo vivían los habitantes de Teotihuacan.

“Como arqueólogos entrenados en botánica vemos aspectos de subsistencia, alimentación y diferencias entre distintos sectores de la población al determinar quiénes tuvieron posibilidad de usar o consumir ciertos productos y quiénes no”, dijo McClung. Al respecto, recordó que en 1972 inició sus trabajos en excavaciones en Teotihuacan con otros investigadores y así surgió el interés en la posibilidad de recuperar restos botánicos. Iniciaron un programa detallado con una técnica llamada “de flotación”, que consiste en tomar muestras del sedimento, separarlas en agua mediante mallas finas —de menos de 0.5 mm de apertura— y observarlas en el microscopio estereoscópico. “Esto nos permite ver y evaluar las condiciones de conservación.

Así, descubrimos datos no evidentes a simple vista porque muchas semillas económicamente importantes en México son diminutas (algunas tienen 0.5 incluso 0.2 milímetros de diámetro, como las de la chía, verdolaga, epazote y huauzontle)”. El equipo de McClung ha encontrado simientes que no imaginaban que se hubieran usado hace dos mil años, como la verdolaga y el jaltomate (pariente del tomate y el jitomate, pero en miniatura y morado). “Nos parecía inconcebible que se consumiera en Teotihuacan, pero lo encontramos por todos lados”. Indudablemente, su alimentación incluyó plantas y animales en un número mayor de lo registrado, porque la conservación durante dos mil años se logra con dificultad. Sin embargo, los investigadores tienen una idea amplia sobre qué variedades pudieron haber utilizado como fuentes de vitaminas y proteínas.

Aunque el universitario no trabaja animales, en términos generales encontró que se alimentaron de venados, guajolotes, perros, aves y varios tipos de roedores silvestres. En una de las unidades habitacionales se encontró una amplia selección de peces que probablemente eran utilizados por sus escamas, empleadas para adornar trajes.

Ésta es un área en la que ha laborado la investigadora emérita de la UNAM, Linda Manzanilla. Los pescados también servían como alimento; hay restos de especies provenientes de la Costa del Golfo, sobre todo, y en menor medida, del Pacífico.

Los científicos han registrado una larga lista de plantas en Teotihuacan, como maíz, amaranto, huauzontle, epazote, verdolaga, aguacate, frijol, ayocote, huizache, biznaga, chile, tomate, calabaza, ciruela, tejocote y capulín. “Otro producto importante fue el nopal y su fruto, la tuna. Con seguridad usaban las pencas y su fibra”, apuntó. Todo eso da a los antropólogos una idea de cómo vivía y qué consumía la sociedad teotihuacana antes de desaparecer. “Hemos encontrado plantas parecidas en el sur de la cuenca de México y en el valle de Teotihuacan, que datan del periodo formativo (del 2500 antes de nuestra era hasta el año 100 dC), aunque no propiamente en la ciudad prehispánica referida”. Ofrendas y entierros En los edificios monumentales en Teotihuacan, en las pirámides de la Luna, del Sol y en la de Quetzalcóatl, hay entierros a manera de ofrenda de las que algunos individuos forman parte. Esto se relaciona con el inicio de la construcción, de una nueva etapa o con la terminación.

“Los templos son interesantes porque no tienen que ver con el uso cotidiano de las plantas, sino con que están cimentados en distintas etapas y al inicio de cada una se protegía lo correspondiente a la anterior. No se sellaba intencionalmente, pero quedaba así al edificar algo más encima”. En la construcción de la Pirámide de la Luna se han detectado siete niveles.

El que vemos es el más reciente, pero llama la atención que en los rellenos entre cada uno se conservan sedimentos con restos botánicos provenientes de tierra de cultivo. Esta información es muy importante porque no tiene que ver con ofrendas ni con la utilización de plantas cotidianas, sino con la tierra para rellenar los edificios. “Sabemos que no ha sido alterada desde que fue puesta en la construcción, por lo tanto nos permite conocer los tipos presentes en los campos de cultivo que estuvieron relativamente cerca del centro ceremonial”, dijo. Para levantar una estructura a una altura determinada se necesitaba tierra, piedra, tabique y adobe. Mucho de este material vino de sitios próximos a la ciudad.

Desde el punto de vista económico, se eliminan campos de cultivo, lo que significa que no se produjeron los alimentos necesarios para la urbe. “Uno se puede imaginar la organización sociopolítica y socioeconómica de Teotihuacan. Pensemos en una comunidad que se da el lujo de arrasar con sus campos”. En el aspecto político se demuestra que las autoridades tienen la capacidad de construir algo inmenso; por otro lado, está el simbolismo de la pirámide, que refiere poder y control.

“Desde la perspectiva referida, es una representación del poder del Estado”. Es interesante porque hay un paralelo con lo que pasa hoy. Áreas que fueron primordiales en la producción de comestibles ahora son utilizadas para fraccionamientos, edificios gubernamentales, hospitales y aeropuertos. Se arrasan los campos agrícolas en aras de una imagen de modernización, desarrollo y bienestar. “Actualmente atribuimos a la época azteca el uso de plantas –que hoy son parte de la alimentación– y herbolaria tradicional en el país, pero no es así, ellos documentaron estos conocimientos que ya tenían más de dos mil años antes de su llegada al Valle de México”, explicó.

“Eso es algo que solemos ignorar, pero el estudio de sitios arqueológicos más antiguos arroja dicha información. No siempre podemos decir cómo preparaban sus alimentos, qué mezclas hacían o cómo elaboraban sus salsas, aunque sabemos que el conocimiento de estas plantas es mucho más antiguo de lo que se piensa”, finalizó.

El texto original de Éste artículo fue publicado por Agencia Quadratín en la siguiente dirección: http://www.quadratin.com.mx/educativas/Revelan-como-era-la-vida-cotidiana-en-Teotihuacan/

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