Internacional

Fortalecer a la Iglesia, el objetivo del papa Francisco en su gira latinoamericana

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CIUDAD DE MÉXICO. (Redacción).- Cuando mañana por la tarde Francisco llegue al aeropuerto de la capital ecuatoriana, comenzará el primer viaje apostólico completamente pensado, preparado y ejecutado por el papa latinoamericano, además de ser su primer visita a un país de habla hispana nada menos que en el continente que lo catapultó al trono de San Pedro y que, hoy por hoy, alberga a la mayor cantidad de fieles de la grey católica, frente a una Iglesia europea en decadencia y un continente asiático donde, aun cuando crece, no se ha consolidado.

¿Qué es lo que Bergoglio vendrá a buscar a Ecuador, Bolivia y Paraguay durante la semana que durará su gira? En primer lugar, un baño de multitudes, como el que se diera en Brasil, durante la Jornada Mundial de la Juventud 2013, en su debut internacional como sumo pontífice. Desde sus épocas de arzobispo de Buenos Aires, Bergoglio siempre se sintió más cómodo junto a los sectores populares que con las viejas alianzas de las jerarquía de la Iglesia Católica y la elite de poder.

Pero hay más: con sus bemoles, la Iglesia de América Latina es la cantera donde el catolicismo del siglo XXI fue a la busca de un obispo para Roma con el objetivo de revitalizar el entusiasmo perdido por una fe que supo, como el español, ser el denominador común del continente. Una fe que, de acuerdo con su mensaje previo a la gira, «es fuente de fraternidad y solidaridad, construye pueblos, forma familia de familias, fomenta la concordia y alienta el deseo y el compromiso por la paz».

El viaje a Sudamérica servirá a Francisco para resignificar y exhibir a los ojos del mundo el catolicismo de América Latina, profundamente popular y comprometido con la realidad, asegura Humberto Podetti, director de la cátedra de Integración Latinoamericana de la Universidad Nacional de Lomas de Zamora. «El significado profundo del encuentro de él con su pueblo es un halo que refresca las cosas que están calientes y entibia las que están frías. Su visita es una invitación al diálogo, al encuentro, al reconocimiento del otro, a acercarnos y a mostrar cómo se puede llevar a la práctica eso», agrega. Por eso, para el especialista quedará en segundo plano lo que Francisco diga o deje de decir sobre, por ejemplo, la disputa chileno-boliviana por la salida al mar.

«Lo que él procura en ningún caso es el laudo, o el fallo, o decir quién tiene la razón o quién no la tiene, o hacer justicia. Lo que procura es que todos se encuentren en un marco nuevo. Cuando yo miro los ojos al otro, mi primer encuentro es estar dispuesto y ofrecerle mi solidaridad y reciprocidad para la solidaridad que tenga conmigo. Esta es la mejor ayuda. Él podría hacer una declaración respecto de que sería razonable que Bolivia se reencuentre con el mar y que Chile tenga gas. Pero me da la impresión de que no va a hacer nada de esto. Porque tampoco dijo nada semejante en el reencuentro de Cuba con Estados Unidos. Lo que hizo fue una gestión de apertura de los gobernantes y eso fue suficiente para que hubiera los elementos necesarios para el diálogo. Y éste es un significado profundamente americano. Es la característica del catolicismo americano», sostiene Podetti.

Pero además de un llamado al encuentro en la mayor cantera del catolismo del siglo XXI, el viaje a Ecuador, Bolivia y Paraguay tiene también otro significado: «encontrar sangre nueva no en los lugares centrales acostumbrados, sino en la periferia, donde hay mucha vida pero no está reconocida en los centros», asegura José María Poirier, director de la revista Criterio. La gira se enmarca en una agenda que busca hacer visibles países -muy diferentes entre sí- invisibles para la geopolítica pero que Francisco entiende que son una promesa para la Iglesia.

«Francisco elige tres países donde la definición política no es tan fácil. Ecuador había tenido que aceptar que emigraran infinidad de ciudadanos y hoy los está repatriando, la economía de alguna manera había encontrado un cauce. Hay muchas dificultades con la libertad de prensa, con las arbitrariedades del presidente, pero de todas maneras Correa es un hombre formado en los EEUU, con asesores informales en la Compañía de Jesús. De alguna manera han demostrado una gran sintonía. Morales representa una imagen distinta para el papa y para el mundo político. Es un emergente de la mayoría preshipánica como cultura, con todos los problemas étnicos que tiene… Incluso entre aymaras y quechuas no es fácil. Lo que parece cierto es que en un país donde las grandes mayorías son de cultura prehispánica, él las representa, al menos como imagen, después de muchos gobiernos donde no eran reconocidos. Aparte de que económicamente no le está yendo mal a Bolivia. En Paraguay hay un componente afectivo muy grande: es la patria de las misiones, donde los jesuitas se sienten los grandes héroes de toda la reivindicación guaraní. Allí se va a encontrar con un país que está en ejercicio de la democracia y con una economía muy superior a la que conoció en otros momentos», explica Poirier.

La primera parada del viaje será Ecuador, donde, con una alicaída economía golpeada por la caída del precio del petróleo, por estos días el presidente Rafael Correa enfrenta una serie de protestas por la acumulación de impopulares medidas de ajuste. Para Simón Pachano, coordinador del Departamento de Estudios Políticos de Flacso Ecuador, Correa recibe al papa en medio de una crisis política que no entendió y que lo expone, incluso, a ser objeto de protestas durante los actos públicos que llevará a cabo Francisco en tierra ecuatoriana, al punto de que en los ultimos días el presidente llegó a afirmar que si es que fuera a haber alguna manifestación en su contra, él preferiría no ir para no hacer quedar mal al país.

Presentó en un momento muy malo. «Este no es el mejor momento de Correa», explica Pachano, y si bien cree que «la venida del papa puede ser que en esos días calme algo las protestas, esto va a seguir más adelante». «Se suponía que la visita del papa podía darle aire. El gobierno se ha apropiado prácticamente de la figura de Francisco y está actuando como si fuera la Conferencia Episcopal. Hay publicidad en la radio cada 10 minutos, sin exagerar, donde se exponene frases del papa que se asemejan a los planteamientos del gobierno. Aquí se considera eso una utilización, y molesta mucho».

Pero más allá de la utilización política, una consecuencia previsible de la estadía de Francisco será una revitalización en el debate público de una Iglesia que hoy no goza de un peso político que vaya de la mano con la religiosidad de los ecuatorianos. «Aquí en Ecuador la Iglesia no tiene un peso político. Yo, que medianamente sigo la política ecuatoriana, no sé quién es el cadenal de Quito… No sé si hay un cardenal. No tengo idea del arzobispo de Quito. El único que medianamente aparece es el arzobispo de Guayaquil, porque es una ciudad más conservadora, y es un señor del Opus Dei que tiene cierta presencia mediática. Pero si aquí el arzobispo de Quito hace una declaración, ocupará una tercera o quinta página del diario… No tiene importancia. La población es muy católica, pero la Iglesia no ha jugado un papel político en los últimos 30 años», asegura Pachano.

La situación en el segundo país que visitará Francisco es radicalmente diferente. Así lo explica el periodista y escritor boliviano Fernando Molina: «Es un contexto político muy favorable para el presidente Evo Morales, con un 70% de aprobación en las encuestas y que ha girado desde hace algún tiempo ya, casi dos años, hacia el catolicismo, luego de una primera etapa de su gobierno en la que no solamente aprobó la primera constitución que declara laico al Estado sino que también había promovido más las religiones politeístas precolombinas, que todavía tienen bastantes seguidores aquí en el país, y que están asociadas a las culturas indígenas. Luego de un período bastante largo de malas relaciones con la Iglesia y de bastantes coqueteos con los evangélicos, Evo Morales -como parte de su institucionalización como gobernante, que se expresa en muchos otros campos- ha girado hacia el catolicismo, que es la iglesia más importante, la más poderosa políticamente, y el puente, el eje, que le ha permitido hacer esto es la figura de Francisco, que Morales ha alabado muchas veces como un verdadero revolucionario».

«Las relaciones entre Francisco y Evo Morales son realmente cordiales. El tono de la visita va a ser de mucha cordialidad, y el presidente va a querer beneficiarse políticamente con la fiebre que ha despertado la visita del papa aquí, que es impresionante», explica Molina. Esta sintonía entre el obispo de Roma y el presidente boliviano llevó incluso a especulaciones sobre una posible mediación papal en el conflicto con Chile por la salida al mar, algo que días atrás fue descartado por el vocero del Vaticano, Federico Lombardi, aunque para Molina «el gobierno va a intentar que el tema esté presente de diferentes maneras, porque la estrategia boliviana es que el papa termine por interesarse e intervenir en el conflicto. Por eso ha nombrado a un embajador de carrera en el Vaticano».

Pero no todas son rosas. Las relaciones de Morales con la jerarquía eclesiástica boliviana siguen siendo tensas debido a diferentes visiones sobre cuestiones como la democracia, los derechos humanos, etcétera, tensiones que han sido acalladas por la llegada del papa, pero que persisten. «En Bolivia, la Iglesia tiene una palabra que es importante para la gente, porque es una palabra de cierta institucionalidad en un país que no tiene períodos largos de institucionalidad política. La Iglesia le da cierta continuidad a una visión más democrática, institucional, conservadora, del curso del país, pero ha perdido bastante poder, aunque ahora probablemente vuelva a recuperarlo porque las relaciones van a mejorar. Si bien hay problemas económicos y políticos, sin duda la Iglesia también va a aprovechar para estar más cerca del Gobierno, porque han estado distanciados», sostiene Molina, y agrega que «es un momento de inflexión de la Iglesia Católica»: tras la visita de Francisco lo esperable es «una consolidación del catolicismo, una disminución de los gestos y los ritos indígenas, que se van a seguir usando como se usaban siempre en este país sin mayores consecuencias, y un avance de los católicos frente a otras religiones que están compitiendo arduamente con ellos, que seguramente se verán por un tiempo acorraladas. Hay que ver si los católicos aprovechan ese impulso».

En Paraguay, última parada de la gira, si bien a primera vista el contexto parece más promisorio, también tiene sus claroscuros, explica la historiadora, socióloga e ingeniera agrónoma Milda Rivarola. Francisco llega en un momento de campaña electoral, a poco de las elecciones municipales, en un contexto de crecimiento económico primarizado, atado a los commodities -principalmente la soja, granos, carnes-, sin crecimiento de empleos industriales ni de la economía fuera del sistema de enclave de exportaciones, sostiene, y añade que «después del gobierno de Lugo hubo un descenso de la pobreza importante, pero lo que está creciendo es la desigualdad. Es un sistema muy desigual en la distribución de recursos».

En ese marco, «a nivel de la gente, la Iglesia es una institución muy debilitada en Paraguay. Todavía con mucha fuerza en términos de ceremonias, cultos, pero con bastante poca credibilidad. La presencia del papa va a mejorar eso. Viene después de casi 26 años a Paraguay y puede aumentar la presencia religiosa», afirma Rivarola, y agrega que siendo una visita pastoral, la clase política paraguaya espera que no haya demasiadas críticas. «La mayor expectativa es por la atención a los pobres: se lo considera un papa más progresista que los anteriores. Hay algunas tomas de posturas respecto a los problemas de tierra, los problemas de marginación y de pobreza que podrían ser atendidos por el papa».

Si bien la visita papal servirá para reposicionar a una Iglesia que perdió mucho poder político desde el comienzo de la democracia, también será un llamado de atención: el encuentro de Francisco con asociaciones de defensa de los derechos de gays, lesbianas y transexuales se da en una país donde «lo único que hace la Iglesia paraguaya en términos políticos es frenar medidas relacionadas con salud reproductiva, discriminación o diversidad sexual», sostiene la historiadora. «Nosotros no tenemos ni siquiera ley contra la discrminación. En eso sí es eficaz el lobby anti medidas un poco más liberales sobre salud reproductiva, o en términos de igualdad de género.. Son muy eficientes. Básicamente, es lo único que hicieron en los últimos diez años. Se despreocupó de cuestiones políticas o cuestiones sociales, que eran su tema central», añade.

Cuando el próximo domingo regrese a Roma, Francisco volverá con nuevo aire para encarar el tramo final de los preparativos del próximo sínodo de las familias, que en octubre discutirá la eucaristía de los divorciados vueltos a casar y la situación de los homosexuales dentro de la Iglesia. Habrá dejado tras de sí la estela de su popularidad, dejando a las jerarquías eclesiásticas en las mejores condiciones de las últimas décadas, pero también con el desafío de reorientar sus intervenciones en los debates públicos.

Crédito: infobae.com

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