General

¿Y mañana?

0

Cosas Pequeñas

Juan Antonio Nemi Dib

I] ‘Debacle’ es palabra francesa. Se acepta y usa en castellano, aunque suele traducirse por ‘desastre’, de mayor empleo escrito y oral. Ambos términos son igualmente duros y difíciles de digerir, aunque parecería que entre los dos hay una pequeña diferencia de grado: quizá ‘desastre’ ofrece un viso de posibilidad, un atisbo de esperanza, mientras que ‘debacle’ presupone una situación irreductible, incorregible, que cancela cualquier horizonte.
   
Hay una famosa novela de Emile Zola que le costó persecución y el repudio de no pocos que lo consideraron apátrida y antimilitarista, su nombre  es precisamente ‘La Debacle’ (‘El Desastre’, en español’). En su ensayo sobre la literatura francesa moderna, Emilia Pardo Bazán la describe así: “…en ‘El Desastre’ Zola nada omite, nada oculta. Los soldados, arrojando el fusil antes de haber disparado un tiro, o desertando para emborracharse mientras dura la batalla; el aldeano negándose a dar de comer a la hambrienta tropa, defensora de la patria común, y rechazando a los heridos, por miedo a «líos con los prusianos»; la servidumbre del Emperador, sin pensar más que en su comodidad, en beber y regalarse, y en desear la retirada hacia París, para disfrutar al fin «camas limpias»; los generales y los coroneles, indiferentes a las privaciones del ejército, con tal que a ellos no les falte buen alojamiento y abundante manutención; los cultivadores traficando en víveres para el invasor, mientras los franceses sucumben de miseria, y deseando ver fusilados a los franco-tiradores, que pudieran llamarse franco-malhechores; la dama liviana que pasa indiferente y jovial de los brazos de un oficial compatriota a los del enemigo, haciendo escarnio de esa exaltación del amor por el patriotismo, que inspira toda abnegación a la mujer; la otra hembra que lleva la economía doméstica al extremo de lamentarse porque le cogen un mantel para izar bandera blanca; el fabricante ricachón, que ante la derrota del ejército sólo piensa en su fábrica, no se la vaya a demoler o a incendiar alguna bomba; el egoísmo, la pequeñez, el raquitismo de alguna parte de la nación, lo pone Zola de manifiesto fríamente, con serenidad de médico que refiere los síntomas de una enfermedad vergonzosa.”

Es la descripción de la guerra franco prusiana (1870-1871) pero podría ser una radiografía de la naturaleza humana en todos los tiempos y en todos los sitios. La avidez, el prurito de acumular, la simulación y la torcedura de reglas como la mejor forma de sacar provecho aún pasando por encima de multitudes.

II] Al filo de la media noche del viernes cruzamos por San Pancho y por Cardel. El ciclón había transitado siguiendo la ruta que las simulaciones matemáticas de último minuto habían vaticinado, como si se tratara de un esculapio cumpliendo aplicado la tarea que le habían prescrito. Ni Nautla, ni Laguna Verde ni La Mancha… Cuando sentimos sólo un poco de lluvia y vimos unos cuantos anuncios derribados y algunos árboles desramados llegamos a pensar que la exageración, el alarmismo y el uso político del meteoro habían prevalecido de nuevo; desgraciadamente nos equivocamos. El aluvión llegaría poco después, quizá una hora más tarde.

Ahora vemos la basura en las azoteas, el lodo obstruyendo caminos, casas arrancadas de cuajo. Han pasado ocho días y sigue en Paso del Toro un coche recargado contra un árbol, con la trompa en el suelo y la cajuela sobre la copa. Evidentemente cruzó la carretera empujado por la corriente hasta que el tronco lo detuvo; nadie se ha molestado en bajarlo, seguro que hay otras prioridades.

Se ven los campos anegados y los pastos -los que quedan- quemados. Se ve semi destruida la plantación de cedros junto al río La Antigua, de cuyo pausado crecimiento durante años muchos fuimos testigos. Se ven las cosas que ni las fotos ni los videos logran describir, se perciben los olores de la destrucción. En el breve recorrido dejamos de contar cuando pasaron de cincuenta los árboles arrancados con todo y raíz.

Hoy, se ven decenas de brigadistas generosos y realmente comprometidos que intentan servir a quienes “Karl” quitó hasta los sueños. Hay gente de los gobiernos haciendo lo suyo, con y sin logotipos, con y sin uniformes, aunque en Cardel protestan porque apenas se presentaron para la gira presidencial, quizá estaban en sitios con problemas más críticos, suponemos. Maquinaria pesada y pipas, lavando y recogiendo por todas partes, expulsando los despojos y haciendo más evidente la expropiación con la que el planeta se cobró esta vez nuestros agravios, aunque no sin injusticia porque, una vez más, le pegó a quienes tenían menos y los dejó sin nada. Hay despensas de todos colores pero no cómo cocinarlas. Hay colchonetas pero el suelo es de barro anegado, en donde volaron los techos no pueden usarlas hasta que el piso se seque… y el agua no acaba de irse.

Nos platican de Cotaxtla. Narraciones que, aun matizadas, aterran: el río subiendo 15 metros o más, de golpe, inundando por completo las casas de la cima, arrasándolo todo. Nos describen Carrillo Puerto. Nos preguntamos si todos tuvieron tiempo de ponerse a salvo, cuántos empezaron durmiendo y así terminaron, cuántos quedaron bajo el lodo y si alguno de ellos fue a parar al océano. Al final, un número mayor o menor de muertos hace poca diferencia: todas las vidas valen, todas las muertes duelen. ¿Y cuántos animales sucumbieron a la furia del huracán?

III] Las preguntas estallan, taladran: ¿se pudo evitar?, ¿quién autorizó el Floresta?, ¿con qué dinero se va a resolver?, ¿por que se cayeron los puentes nuevos?, ¿qué pasará mañana?, ¿qué ocurrirá cuando la emergencia haya cesado y se acaben las mantas, los uniformes, las despensas, cuando los brigadistas regresen a su vida cotidiana?, ¿cómo reponer lo perdido?, ¿cómo evitar que ocurra otra vez?, ¿de qué vivirán los afectados?, ¿como lograr que esto no termine en debacle?

IV] Apenas en 24 horas murieron mi tío Lalo Mustre y mi primo Julián Dib. En circunstancias muy diferentes que, no por ello, omiten el dolor de la ausencia. En paz descansen, ellos y todas las víctimas de “Karl”, las víctimas de todos nosotros. Consuelo para sus familias.

antonionemi@gmail.com

redaccion

IP advierte: El desempleo se agudiza

Previous article

El gobierno del D.F. ayuda a la reconstrucción de Veracruz

Next article

You may also like

Comments

Leave a reply

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.

More in General