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China utiliza a Liu Xiaobo como escarmiento para frenar la disidencia

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Madrid, España. (El País).-  El escritor y disidente chino Lui Xiaopin, principal autor del manifiesto democrático Carta 08, que mañana recibirá en Oslo el premio Nobel de la Paz, se convirtió el año pasado cuando fue condenado a 11 de años de cárcel por «incitación a la subversión de los poderes del Estado» en la víctima propiciatoria del Gobierno de Pekín para escarmiento de todos los opositores. El régimen afrontaba con temor 2009: a los aniversarios de los 20 años de la matanza de Tiannamen, los 50 de la ocupación del Tíbet y los 60 de la fundación de la República Popular se unía la crisis económica global, que ya estaba provocando los primeros conflictos sociales en el país en mucho tiempo.

Los documentos hasta ahora secretos de la activa Embajada de Estados Unidos en Pekín y de sus consulados en algunas de las principales ciudades chinas dan cuenta de estos temores y del antídoto empleado por las autoridades: incrementar de la represión de los disidentes. Los despachos diplomáticos también recogen la cólera del régimen por las protestas internacionales, sobre todo de Washington y algunas capitales europeas, contra la condena a Liu y más aún por la posibilidad de que el Comité Noruego le concediese el Nobel.

En una reunión del embajador Jon Huntsman con cinco prominentes abogados defensores de los derechos humanos, celebrada el 14 de diciembre del año pasado, éstos le informan que desde 2008 China ha entrado en su «peor periodo» en cuanto a abusos en materia de derechos humanos. Aseguran que muchos letrados han perdido sus licencias, se ha incrementado la presión sobre las ONG y se ha redoblado el hostigamiento a los disidentes, cuyos movimientos son restringidos y estrechamente vigilados. Si 2009 empezó con el ciberataque a Google el año acaba con la ejecución de un ciudadano de nacionalidad británica, la primera condena a muerte de un europeo en 50 años, y la sentencia contra Liu.

Cada vez más molesto

La condena del principal autor de la Carta 08, un manifiesto con 19 propuestas de reformas democráticas publicado en Internet en diciembre de 2008, desata una campaña internacional que es rechazada una y otra vez por los portavoces del Gobierno de Pekín con rutinarias respuestas sobre la «inaceptable intromisión en los asuntos internos de China» o la «independencia» de sus sistema judicial. Pero la protesta no cede y el Gobierno de Pekín está cada vez más molesto con el embajador norteamericano que, a tenor de los cables, no deja de interesarse por el caso Liu en sus contactos con las autoridades.

Un documento fechado el 12 de diciembre del año pasado recoge la reacción de Ding Xiaowen, subdirector del Departamento de las Américas del Ministerio de Exteriores. El alto funcionario advierte que Washington debe «de dejar de usar los derechos humanos como excusa para entrometerse en los asuntos internos de China» y que «los así llamados» abogados de derechos humanos y disidentes pretenden sacar adelante sus «intereses egoístas» atacando al Gobierno de Pekín. Ding recuerda que fue embajador en Botswana y que el primer derecho humano es tener «comida y techo» y que China «ha realizado grandes progresos en el bienestar de la gente» en las últimas décadas.

Las presiones chinas no tendrían efecto y peor aún, el Comité Nobel noruego anunciaba el pasado octubre que el premiado era Liu Xiaobo. Si ya cuando era una posibilidad, a principios de febrero, según atestiguan los cables diplomáticos, los portavoces del Ministerio de Exteriores chino la calificaban de una «completa equivocación», su concesión desató una agresiva campaña de Pekín en todo el mundo para lograr el boicot a la ceremonia de mañana. Al menos 18 países fueron convencidos.

Una fuente protegida de la Embajada norteamericana en Pekín, como buena parte de las personas, en su mayoría disidentes, que desfilan por la legación, y que dice ser consejero especial del Comité Nobel noruego informa en marzo de 2009 de que Oslo ya había barajado la posibilidad de premiar a un ciudadano chino en 2008 pero que la celebración de los Juegos Olímpicos recomendaba aplazarlo y que el año en curso podría ser el momento apropiado. La fuente citada se reúne con las autoridades y propone una serie de nombres de activistas de los derechos humanos o incluso la posibilidad de repartir el premio entre tres «incluyendo a Deng Pufang, hijo de Deng Xiaoping, que sería aceptable para los chinos y representaría un impulso para los discapacitados».

La idea es del agrado de Yao Shaojun, subdirector de la División de Derechos Humanos del Ministerio de Exteriores, que le confía su esperanza en que el premio vaya a parar a un chino y le sugiere que Deng sería una «buena elección». Deng, hijo mayor del padre de la modernización china, de 66 años, quedó parapléjico tras ser arrojado por los guardias rojos por una ventana de la Universidad de Pekín en 1968, en pleno terror de la Revolución Cultural.

Ese año 2009, el Comité Nobel baraja el nombre de Hu Jia, el otro coautor de la Carta 08, pero será Liu finalmente el premiado un año más tarde. Y es contra él a quien las autoridades van a aplicar el refrán chino de «mata la gallina para asustar al mono». Liu es detenido el 24 de junio y el día Navidad es sentenciado a 11 años de cárcel y dos más de privación de derechos políticos tras un juicio calificado de «farsa», según los testimonios recogidos en los despachos de la diplomacia norteamericana, que duró apenas dos horas, las intervenciones de su defensa estuvieron limitadas a cinco minutos y se impidió la asistencia de su mujer y de los representantes de 14 embajadas y misiones extranjeras acreditadas en Pekín.

La Carta 08, exigiendo reformas democráticas, fruto de dos años de discusiones entre los intelectuales disidentes, fue tomada por los líderes chinos como «una afrenta al Partido Comunista y el Gobierno» como privadamente señalaban los funcionarios de Exteriores a sus interlocutores norteamericanos. La carta, publicada el 9 de diciembre de 2008 y firmada originalmente por 303 intelectuales -actualmente son más de 12.000- , nacía con voluntad de convertirse en un movimiento «virtual» y el régimen temía que pudiera fomentar la inestabilidad social en un momento de crisis económica.

El Gobierno hizo casi imposible acceder a ella en Internet y ha tenido un éxito parcial al lograr que el chino medio desconozca por completo su contenido, según los comentarios de los disidentes habituales de la Embajada de EE UU. El régimen se vio favorecido además por la profundidad de la crisis económica de EE UU que distrajo la atención de Washington para presionar en pro del respeto a los derechos humanos. Pekín aprovechó la circunstancia y desplegó una agresividad diplomática inusual como ocurrió en la Cumbre del Clima de Copenhague y testimonian numerosos cables que dan cuenta de las quejas de varios países europeos y asiáticos por la «arrogancia» y «groserías» de China.

La Carta 08 tampoco ha logrado galvanizar o unir a toda la oposición al régimen comunista. Numerosos intelectuales reformistas comentan a sus interlocutores norteamericanos que es demasiado «prooccidental», que es «exagerado compararla con la Carta 77» de los demócratas checos porque carece del «sentido nacionalista» de aquellos y que no existe «sed de libertad» entre los chinos corrientes.

Otra fuente disidente también protegida que dice «conocer bien a Liu Xiabo» desde los tiempos de la revuelta estudiantil de Tiannamen, hace el comentario más demoledor. Liu y otros líderes de la Carta son los «típicos intelectuales chinos que creen que saben lo que es mejor para el pueblo chino». Lui está «completamente desconectado» y no comprende a la juventud china ni el auge de del sentimiento populista entre ellos. Los jóvenes chinos de hoy forman parte del movimiento Anti-CNN que siguió a los disturbios del Tíbet en marzo de 2008 y «odian» a los intelectuales y a las élites que como Liu tratan de hablar por ellos».

Un periodista influyente y también protegido hace un comentario menos amargo pero quizá más cínico. «Comprender donde está la línea entre liberal y disidente», dice, «es crucial para sobrevivir en China». Los liberales como yo trabajamos desde dentro para democratizar y reformar china. Los disidentes cruzan la línea y resultan heridos. Los disidentes son necesarios para la existencia de los liberales». Liu Xiabo cruzó la línea. Puede que dentro de un tiempo algunas de las fuentes protegidas hoy vivan más seguras gracias a él.

redaccion

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