ColumnistasLic. Juan Antonio Nemi Dib

ESPERANZAS CANCUNENSES

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Cosas Pequeñas
Juan Antonio Nemi Dib

Hay científicos más o menos serios que atribuyen la mayor parte del cambio climático y sus consecuencias a los ciclos naturales de movimiento astronómico del planeta, principalmente la modificación de su eje de traslación, de tal manera que -según ellos- se trata de ciclos “inevitables”. Esta argumentación se ha patrocinado también como parte de las estrategias publicitarias de las grandes corporaciones petroleras y, en general, de los países que producen enormes cantidades de gases como resultado de su gasto energético.

Sin embargo, se ha demostrado de manera inobjetable que más allá de la evolución “normal” del clima, hay causas provocadas por el hombre -antropogénicas- en el cambio climático, fundamentalmente el “efecto invernadero” (la retención del calor que emite la superficie de la Tierra luego de ser calentada por la radiación solar, retención debida a la acumulación de gases que impiden a esa energía regresar inmediatamente al espacio). Las distintas simulaciones prevén incrementos de temperatura de entre 1.4 y 5.8 grados centígrados en el año 2100.

En la comunidad de investigadores hay acuerdo sobre las consecuencias del calentamiento global: cambio en los patrones climáticos, sequías más prolongadas e intensas, incremento de los incendios forestales -y de las emisiones causadas por éstos-, tormentas más intensas en áreas específicas del planeta, olas de calor de consecuencias funestas para los seres vivos, propagación de insectos portadores de enfermedades a regiones que antaño les eran inhóspitas, mayor frecuencia de huracanes y mucho mayor potencial destructivo de éstos, derretimiento de glaciares y deshielo temprano (los científicos advierten que, de continuar el ritmo actual de incremento de la temperatura planetaria, para el verano del año 2040 el Ártico habrá perdido todo el hielo), aumento en los niveles de los océanos e inundación de territorios, principalmente islas y zonas de litoral, como las partes bajas del Golfo de México (que por supuesto incluyen partes de Veracruz y casi todo Tabasco) y trastornos a los ecosistemas que producen desaparición de especies animales y vegetales.

Frente a esta realidad peligrosa y en un incipiente ejercicio de acuerdo internacional, durante la “Cumbre de la Tierra” celebrada en Río de Janeiro, Brasil, en 1992, se firmó la “Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático” que ya desde entonces fue rechazado por algunos países (lógicamente, los grandes generadores de emisiones atmosféricas). Ese documento, siendo importante por su condición de precursor, pionero, no tenía efectos vinculantes -no era obligatorio para todos- y se daba en un momento en el que aún existían dudas sobre los efectos reales del cambio climático.

El 11 de diciembre de 1997 se firmó en Kioto, Japón, un nuevo protocolo sobre cambio climático también auspiciado por la ONU y como seguimiento al de Río de Janeiro. Las diferencias respecto del anterior fueron su carácter obligatorio y la fijación de objetivos concretos (según algunos, demasiado rígidos) para la disminución de emisiones atmosférica. Fue ratificado por 187 países, aunque lamentablemente tanto China como los Estados Unidos de América -los dos más grandes generadores de gases de invernadero del mundo- se negaron a firmarlo. Entró en vigor el 16 de febrero de 2005.

Del 7 al 18 de diciembre de 2009 se realizó en Copenhague, Dinamarca la 15ª Cumbre de la ONU sobre Cambio Climático con la presencia de representantes de 189 países, a fin de renovar el Protocolo de Kioto, cuyo vencimiento está previsto para el 2012. Su resultado se consideró un fracaso, debido a que los acuerdos resultaron insustanciales y los participantes se vieron obligados a posponer durante un año las deliberaciones.

En cambio, la Cumbre de Cancun, celebrada en diciembre pasado con México como anfitrión y precisamente como continuación de la de Copenhague, abrió “una nueva oportunidad a la negociación multilateral sobre cambio climático”. Buenos resultados: es la primera vez que la ONU asume de manera concreta y específica compromisos sobre este tema y, aunque de manera parcial y condicionada, EUA y China se asumen como parte responsable de la reducción de emisiones de gases de invernadero.

Los países en desarrollo que no talen bosques recibirán estímulos, se crea un fondo verde que en 2020 deberá disponer de 100 mil millones de dólares para enfrentar el cambio climático, la ONU recupera protagonismo en la gestión de los acuerdos, la participación fue de 193 países -4 más que en Copenhague-, se pactó una nueva ronda de negociaciones para conseguir la prórroga del Protocolo de Kioto, se convinieron sistemas de financiamiento de los países ricos hacia los pobres (30 mil millones de dólares), se pactaron acciones para limitar la subida del clima a sólo 1.5 grados y China aceptó un sistema de verificación y monitoreo de sus emisiones. Sólo Bolivia, en un claro alarde demagógico y carente de sustento, pretendió denunciar los acuerdos, que fueron aplaudidos por el resto de las delegaciones, ¡incluyendo la de Venezuela! El desempeño de la canciller mexicana, presidenta de la Cumbre, Patricia Espinoza, resultó realmente genial y merecedor de reconocimiento por tiros y troyanos. Felipe Calderón no estuvo mal, nada mal. Una buena, muy buena.

En materia de cambio climático nos queda una esperanza. Parece que 2011 empieza bien, al menos en esto. Felicidades a todos.

antonionemi@gmail.com

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2 Comments

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