ColumnistasDr. Jeremías Zúñiga Mezano

Un llamado a la revolución

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Dr. Jeremías Zúñiga Mezano

 

México atraviesa una de las peores crisis que puede sufrir una nación, la crisis de abandono y resignación popular. La mayoría de los mexicanos se encuentran desanimados y mantienen un pensamiento de apatía “nada cambia, ni cambiará” “de nada sirve hacer algo”; este es el resultado –esperado- de la clase política que se beneficia de una sociedad inerte, que ha dejado de reaccionar ante los constantes abusos y excesos de sus gobernantes. Las riquezas naturales de México han suplido los corruptos e ineficientes gobiernos del país; probablemente en un estado carente de la diversidad natural que tiene México, ya habría iniciado una revolución, porque un pueblo puede soportar pobreza, enfermedad, inseguridad, corrupción, analfabetismo, pero hambre, no.

México aún no ha llegado al peor momento de su historia, no ha tocado fondo, y quienes gobiernan cavan rápidamente para hacer el hoyo más profundo y así, evitar que la población perciba que vivimos en una época en decadencia. Los servidores públicos que tienen la capacidad de tomar las decisiones que marcan el rumbo del país, le apuestan a la teoría del contraste, que está basada en hacer parecer que lo malo es bueno frente a lo perverso, –si en un cubo con agua tibia se mete la mano posterior a haberla introducido en un balde de agua fría se percibe caliente, pero el agua sigue estando tibia, sólo es percepción-, las crisis de pobreza, enfermedad, destrucción de la familia, desempleo, homicidio, secuestro, robo, extorsión y analfabetismo; son tan graves, que logran generar una sensación de consuelo entre los ciudadanos, al grado de decir “por lo menos tenemos que comer y donde dormir”. Demóstenes dijo “me sentía también, que no medaba cuenta lo mal que estaba”.
Los seres humanos suelen compararse con sus semejantes para encontrar consuelo o desanimó, esto se puede evitar construyendo un proyecto de vida y teniendo presente: cuando se sabe a dónde se quiere llegar y que se requiere para lograrlo, automáticamente se genera motivación –efecto intrínseco de cada persona que produce las energías suficientes para hacer lo que sea necesario, durante el tiempo que sea necesario, con la finalidad de lograr un objetivo planteado-.
México avanza sin rumbo, debido a que sus gobernantes sólo se limitan a utilizar el poder para enriquecerse. ¿Dónde están los líderes? Los que habrán de generar la estrategia para convencer a los que todavía se resisten a la adecuación del modelo: político, gubernamental, económico, empresarial y social. México requiere líderes capaces de guiar a una nación rica y diversa como la mexicana, no caudillos o personajes populistas y autoritarios que no saben convencer, aunque si imponer.

El cambio en México llegará

Para lograrlo se requiere renovar las convicciones sociales. La población no debe abandonarse, por el contrario tiene que seguir luchando, México necesita una revolución –no armada- que sacuda a la clase política y los poderes fácticos que controlan al país, los cuales abarcan desde la clase empresarial hasta la delincuencial. Los mexicanos debemos eliminar las frases “nada cambia” “no les importa” “todos son iguales” porque somos más los ciudadanos que no participamos en la corrupción de los grupos minoritarios que se benefician del abandono y resignación social. El cambio llegará, sin embargo será la clase trabajadora, que es la mayoría en este país, la que impulse la transformación real de las instituciones, no será con demagogia, porque si una nación pudiera progresar únicamente con discursos, México crecería al 7% anual en relación al PIB.
Las armas para la revolución de México en el siglo XXI

Cada mexicano deberá portar un estandarte bordado con los lazos familiares más fuertes para resistir las embestidas de la corrupción; el escudo estará moldeado por los valores y principios universales que rigen a los pueblos libres, respetuosos del derecho ajeno y amantes de la paz; la daga que perfore el corazón de los traidores a la patria estará metalizada por las experiencias del pasado y será empuñada con sabiduría, inteligencia y responsabilidad al momento de elegir a los gobernantes a través del voto libre, secreto y universal; la espada se forjara con la solidaridad generada entre todos los mexicanos, lo que la hará indestructible e invencible frente a los ataques de la indiferencia e individualismo que destruye a la sociedad; la lanza tallada con el esfuerzo y sacrificio de cada mexicano para poder vencer a un enemigo muy poderoso, el dinero.

La revolución para ser tal, debe arrancar del mismo pueblo.
Jaime Luciano Balmes

Twitter: @jeremiaszm

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Correo: jeremias.zuniga@gmail.com

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