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La Dictadura Perfecta

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Columna: Escenarios
Eduardo de la Torre Jaramillo

 
«México es la dictadura perfecta. La dictadura perfecta no es el comunismo. No es la URSS. No es Fidel Castro. La dictadura perfecta es México…es la dictadura camuflada… Tiene las características de la dictadura: la permanencia, no de un hombre, pero sí de un partido. Y de un partido que es inamovible…».
Mario Vargas Llosa
Concepto acuñado por Mario Vargas Llosa en 1990 en el “Encuentro Vuelta”, organizado por Octavio Paz y publicitado precisamente por Televisa, aquel excandidato presidencial peruano de aquel mismo año fue expulsado de México aplicándole el artículo 33 constitucional; dicho sea de paso, el concepto “Dictadura Perfecta” no existe en la terminología de la ciencia política; únicamente fue una definición que proporcionó el Premio Nobel de Literatura peruano nacionalizado español al eficaz y perdurable sistema político mexicano. Para recordar la intervención de Vargas Llosa, se puede consultar esta liga http://www.youtube.com/watch?v=kPsVVWg-E38
Después de casi 25 años, esa frase se convirtió en la cuarta película dirigida por Luis Estrada, quien ya nos tiene acostumbrados a su ironía a las y los mexicanos; adentrándome en los personajes de la película como son el presidente de la república caracterizado por Sergio Mayer; el gobernador de Durango Carmelo Vargas que es Damián Alcázar; Tony Dalton el Director Tv Mx, que en la vida real es Bernardo Gómez el vicepresidente de Televisa; y la caricaturización de Joaquín López Dóriga y Carlos Loret de Mola, a través de Javier Pérez Harris y Carlos Rojo con los actores Saúl Lisazo y Alfonso Herrera; y no excluyo a Joaquín Cosío como el “Mesías”.
La cinta conjunta las frases de los expresidentes de la república como Vicente Fox Quesada, como no recordar aquellas como “los mexicanos hacen los trabajos que ni los negros hacen”, “Y yo ¿por qué?”, o las de los gobernadores como Fidel Herrera Beltrán, aquella de “estoy en la plenitud del pinche poder”, o su de hacerle un monumento del niño que se salvó la influenza, esto como chunga y caricaturización del ejercicio del poder político en Veracruz; o como olvidar las frases del Gober “precioso”, Mario Marín. Es sorprendente leer en varias crónicas de periódicos de diferentes entidades federativas que la mayoría ubica a sus gobernadores o exgobernadores con Carmelo Vargas, el hijo putativo de Juan Vargas de la primera película de Luis Estrada “La Ley de Herodes” (hasta la fecha no ha sido superada por ninguna de las otras tres, incluida esta); en Coahuila con los hermanos Moreira, en Puebla con Mario Marín o Moreno Valle; en Veracruz con el inefable, vulgar, soez, e impresentable Fidel Herrera Beltrán; en Oaxaca con Ulises Ruiz; sólo por mencionar a los más altos representantes de una clase política voraz, rapaz, cínica, corrupta, depredadora, omisa y cómplice del deterioro del país desde sus entidades federativas.
Inclusive, hasta el actual presidente Peña Nieto, no se escapó con su frase de campaña electoral de “no soy la señora dela casa”. Además de los hechos que se han suscitado en estos últimos tres lustros; como los casos de la niña Paulette Farah, Florence Cassez, Rene Bejarano, pero lo más rescatable es la crítica a las televisoras.
La película inicia con la importancia de las redes sociales y su efecto desacralizador hacia el poder político, donde la burla ha sustituido a la crítica, aquella como parte de nuestra cultura y del bajo nivel educativo que tienen los mexicanos; empero, lo que predomina es el poder de un monopolio televisivo, donde nos muestran cómo se construyen las noticias, desde el desciframiento de la “caja china”, como la estrategia televisiva para continuar legitimando al poder político al inventar una noticia y su narrativa sobre una invención mediática; como los padres de las gemelas pasaron de víctimas a victimarios y al final al ser reciclados en la televisión para que sus hijas estelarizaran una telenovela o el montaje del rescate que nos hizo recordar a los estudios de cine García Luna.
Este filme hay que disfrutarlo, ya que es ampliamente recomendable, únicamente es un reflejo del teatro del absurdo en el que se vive la política mexicana, es una simbiosis entre televisa, el poder político y los presupuestos públicos, a través de asesorías de marketing frente a una clase política inculta, provinciana y con títulos de posgrado “patitos”, esto dentro de la cultura de la simulación para que los políticos le demuestren a la sociedad que al menos ya saben leer y escribir.
Finalmente, no es un ataque a Televisa, sino todo lo contrario, nos muestra el poder que tiene sobre la política, sus títeres que son los políticos, que inclusive cada vez se parece México a la Italia de Silvio Berlusconi; casi al terminar la película aparece esa crítica sobre las coaliciones y a lo que es hoy el sistema de partidos en México, como esa alianza entre el PRI, el PAN y el PRD, que es la síntesis del Pacto por México, el cual extinguió a la oposición política de México. La pregunta queda en el aire, frente a la coyuntura de Ayotzinapa y los 43 normalistas desaparecidos. ¿La sociedad mexicana se convertirá en ciudadanía activa o continuará en el conformismo y el individualismo posesivo?.

redaccion

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